Día 4. Veintidós de diciembre de 2016.

 

El día comienza muy temprano desde La Mulata, no podemos permitirnos el lujo de gastarnos los 3 CUC (3$) que vale el desayuno en el hospedaje así que vamos a salir y ya comeremos algo por el camino.

 

El día amanece muy gris, incluso chispeando, cuando estábamos alistándonos para empezar el camino, un alemán que se hospedaba en la misma casa, nos regaló unos bananos y una papaya que no iban a comerse. Tremenda alegría un desayuno tan rico by the face. Le dimos las gracias y comenzamos a rodar.

 

Nuestro recorrido seguía la Carretera Central de Cuba, que iba paralela a la costa norte de la isla, tuvimos un poco de lluvia, pero nada importante, hubo un momento en el que veíamos el cayo Levisa al fondo y era realmente precioso.

 

Ruta La Mulata – La Palma: 25,8 km.

 

Paramos a provisionarnos un poco en un pequeño pueblo antes de llegar a La Palma, que era donde teníamos pensado almorzar, preguntamos por comida, pero nos comentaron que la única comida que quedaba en el almacén estaba reservada para las cartillas cubanas, que no estaba en venta.

 

Por suerte, al lado del almacén había una tiendita estatal que vendía grandes salchichas crudas por 3 pesos cubanos (0.12€), me comí tres y vi que en la tiendita también vendían fósforos, tabaco, y vino.

 

Obviamente me surtí de todo un poco, compré por primera vez una cajetilla de aromas, el tabaco que me acompañaría durante todo mi viaje, uno de los mejores que he probado nunca, la cajetilla valía 7 pesos cubanos (unos 0.30€), un par de cajas de fósforos, y dos botellas de vino tinto marca Soroa, a 50 pesos cubanos la botella (2€). Aunque aún nos quedaban bastantes kilómetros, valía la pena guardar bien la botella para beberla en Viñales, yo sabía que allí habría rumba y después de tanto ejercicio, el cuerpo necesitaba algo de cachondeo.

Vaquería Tortuga

Seguimos nuestro camino y llegamos a La Palma, teníamos que parar a almorzar de verdad y además, a Jamés se le soltó la parrilla trasera de la bici y necesitábamos encontrar una tuerca para ajustarla.

 

Paramos en una gasolinera, no tenían tuercas allá, pero conocimos a un personaje muy interesante. Era el historiador del pueblo, había estudiado sociología y antropología, estaba haciendo un estudio sobre los orígenes del pueblo y sobre el papel de sus ciudadanos en la guerra de independencia de los españoles.

 

Nos contó que el municipio de La Palma se formó, no se fundó, cosa en la que yo no veía diferencia, pero sí que la hay y nos la explicó. Un pueblo se fundaba, si el gobernador de la época hacía la proclamación oficial de la fundación del pueblo, pero en este caso, La Palma se formó por asentamientos en el lugar que fueron poco a poco formando el pueblo que es hoy en día. Nos contó algunas anécdotas que pasaron en el pueblo durante la guerra, la verdad, todo muy interesante.

 

Le preguntamos un lugar para comer barato, nos dijo que él nos acercaba, iba en la famosa bici estatal que la gran mayoría de cubanos tiene. De camino nos contó que él era también el responsable del museo del pueblo, pero que actualmente no lo podía mostrar ya que lo estaban reconstruyendo. Pero nos dijo que un amigo suyo, el pintor del pueblo, estaba haciendo el cuadro que reposará sobre la pared principal del museo, y fuimos a casa del pintor a verlo.

 

Lamentablemente el pintor no estaba, así que seguimos y nos dejó en el lugar donde de nuevo, podíamos comer una pizza por 12 pesos cubanos. Mientras esperábamos la pizza, conocimos a un chico que se llamaba Josuán, jugador de béisbol del equipo de Pinar del Río, nos contó que el día anterior jugaron un amistoso contra un equipo americano (para ellos todo lo gringo era americano), que les ganaron, y así empezamos una bonita amistad.

 

Nos dijo que él vivía en Viñales y que su hermana tenía allí una casa, dónde nos podíamos alojar por 25 CUC (25€) los tres, regateamos un poco y conseguimos que nos lo dejase por 20 CUC. Entonces él se fue a llamar a su hermana y nos dijo que la contraseña para que ella supiese que éramos nosotros era: España, Italia y Australia.

 

Después de comer seguimos buscando la tuerca, preguntamos en un par de sitios pero nada, hasta que finalmente encontramos una ponchera que le llaman en Cuba, montallantas en Colombia, lo más parecido sería un taller en España, aunque lo que conocemos por taller es mucho más sofisticado que una ponchera habitualmente.

 

Encontramos la tuerca con tanta suerte que además estaba por allí de nuevo el historiador del pueblo, y seguimos hablando con él un rato. Cómo teníamos a un no hispano hablante, el hombre nos dijo que hablaba un poco de inglés y empezó a hablarnos en el idioma anglosajón.

 

El hombre hablaba inglés increíblemente bien, un acento que parecía sacado de Westminster, un vocabulario muy completo, vaya, si comparamos los CV españoles con nivel inglés medio al “poco” inglés que nos dijo que hablaba, mucha gente quedaría retratada. Y,  ¡no había salido de Cuba! Aprendió inglés en la universidad de La Habana. Nos contó que quería terminar sus estudios sobre los orígenes del pueblo para poder subirlos a internet y que estuviesen al alcance de todo el mundo.

 

Luego, nos volvimos a despedir de este gran hombre, y antes de irnos, hice una foto al carro del frutero que me gustaría compartir.

Haciendo el mercado.

 

Salimos ya de La Palma dirección Viñales, el sol hizo acto de presencia para embellecer más aún si cabe un paisaje de plantaciones de tabaco a diestro y sinestro y unas formaciones rocosas que se perdían por el horizonte rozando el cielo.

 

El paisaje contrastaba con mi bicicleta, debido al uso de los últimos días, había perdido también el plato chico de la bici, sólo contaba con el plato del medio y los piñones, pero ya tampoco tenía todos, sólo contaba con el 2,3,4,5 y 6. Nos encontramos un par de cuestas que, uniendo las carencias de mi bici al desgaste de mis piernas el tercer día de ruta, parecían el Tourmalet.

 

Ya iba viendo que con la bici así, difícilmente podría seguir y hacer todas las rutas que tenía pensado hacer, y desde luego, ya había descartado la idea de llegar a Santiago con la bici.

 

De camino nos encontramos una montaña que le llamaban “El colmillo de la vieja” o “La llave inglesa” porque su silueta parece dibujar ambas formas, me resultó gracioso que hubiese algo tan parecido al “Indio” que hay camino de Málaga.

 

Trayecto La Palma – Viñales (28,1 Km)

 

Finalmente llegamos a Viñales, se notaba una gran diferencia en la entrada con respecto a todos los pueblos por los que habíamos pasado, estábamos llegando a un lugar atestado de gente y con mucho tráfico.

 

Nos paramos en la plaza del pueblo y empezamos a preguntar por la hermana de Josuán, una señora nos dijo que se había ido a por turistas a otra parte, que no llegaba hasta más tarde. Finalmente y como con muchas cosas en la isla, la hermana de Josuán (Suri) sí que estaba en el pueblo, la encontramos y nos llevó a la casa.

 

Antes de despedirnos de Suri, una amiga suya me hizo una oferta por la bicicleta, yo le dije que allí no la podía vender, que me quedaba aún camino, pero empezaba a pensar que quizás venderla en algún sitio no era tan mala idea. Esta segunda oferta fue por 130 CUC, oferta que la verdad, era bastante atractiva.

 

Al llegar a la casa, la señora de la misma me recordó mucho al ex-guardia civil que tuvimos como casero en Los Caños, en aquel épico viaje veraniego. Parecía una escisión de la KGB, qué señora, tenía a su marido médico en Angola de misión y parecía entretenerse con sus huéspedes. Después del tercer grado, ya pudimos relajarnos.

 

Descansamos un rato en casa y fuimos a cenar, casualmente, James había conocido a un chico escocés que estaba con una amiga gringa y otra tailandesa, así que nosotros, amantes de la diversidad cultural, los invitamos a todos a bebernos el vino que habíamos comprado por el camino, y entre el vino y algún que otro trago de ron que compramos en una tienda muy, comenzamos la noche.

 

Luego obviamente salimos a bailar salsa, lamentablemente el grupo se redujo y me tuve que quedar solo con el italiano y las dos chicas para ir a bailar, una verdadera lástima.

 

El lugar de baile del pueblo era la peña de Polo Montañés (sí, ese cantante guajiro que conocimos en el anterior escrito). Básicamente aquello era un lugar dónde los autóctonos cubanos, enseñaban a bailar a las extranjeras y bueno, lo que surja. Y allí entramos nosotros con nuestra mínima noción de baile a la lucha siempre alentados por nuestro espirituoso amigo el ron.

 

Todo lo que pasó a partir de ahí lo dejo para una conversación o para mis memorias post mortem, si es que alguien le interesa hacer tal banal tarea. Por lo que el reporte de hoy, termina aquí.

Publicada originalmente el 08/03/2017*

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